Scones

Es sabido que cada cosa redondita tiene su arte. Una puede transformar un objeto amorfo en cosa graciosa si sabe moldearla bien. Así sucede con los scones que mientras más redonditos son más graciosos y hasta incluso más ricos.

En busca de la belleza de lo redondo tengo una amiga que tiene una prima cuyo marido es gordito. Claro está que las panzas tullidas de alcohol son simpáticas, no en vano una toma copitas de amaretti con sus amigas. El problema está en que esa pancita no sea amorfa y ovalada, o peor aún con forma de la nada misma. Este es el caso del marido de la prima de mi amiga Lorena.

La cuestión es que esta mujer por obra de una amiga mala consejera dejó que su marido comiera sin ton ni son, dejando su panza poco graciosa. Mi amiga Lorena, que es más entendida en estos asuntos prácticos, le recomendó a su prima -puesto que su marido se negaba a tomar alcohol- que le hiciera unas camisas con guata. Es decir, sería una camisa común pero con una profundidad cóncava de guata para que la panza pueda alojarse ahí y adquirir forma de esfera. La cosa es que para obtener esa dimensión cóncava la mujer tenía que sacar muchas medidas y hacer operaciones matemáticas a fin de develar qué porción de guata podía castrar con la porción de grasa humana para poder dar nacimiento a una esfera.

Como una para estas labores quiere ser entendida, esta mujer recurrió a un instituto de barrio para estudiar matemáticas, pero la mente de esta señora en su afán de esferas aprendió tan rápido que en poco tiempo superó a su profesor. Acto seguido, fue a un instituto del centro donde le pasó lo mismo. Luego decidió ir a un terciario donde superó otra vez con creces no sólo el saber del profesor sino de todo el plantel de los profesores incluido el director.

A todo esto no hace falta aclarar que ella seguía en su elaboración de camisas, cada vez con más técnica, y su esposo empezó a devenir en ratoncillo de laboratorio. Tal es así que estaba encerrado en una jaula y cuando la mujer estaba mimosa lo dejaba pasear en una esfera aeróbica. La sabihonda mujer siguió sus estudios e investigaciones en la universidad. En dos años pudo terminar la carrera que a otros les cuesta una vida y como era de esperarse en tres horas superó el saber del decano. Siguió con su proyecto de investigación y distintos capitales extranjeros peleaban entre sí para financiarla.

Finalmente, ella ganó un premio Nobel y su marido sigue orgulloso con su esférica panza mitad guata mitad grasa encerrado en su jaula pero haciendo ejercicios aeróbicos.

Ya lo sabe: las esferas son la sal de la vida.

Comentarios

flü ha dicho que…
dicen por ahí que hay señores esféricos q practican tribadismo con otros señores esféricos y se hacen llamar "osos".

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