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Mostrando entradas de 2008

Ensalada de lentejas

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Es sabido que una ensalada es cosa fácil de hacer, hasta nuestros pichichos pueden. Ahora, lo difícil es poder limpiar bien todo. No es bobería dejar la mesada sin un rastro de lenteja, ajo, lechuga y menos todavía limpiar la ensaladera sin ensuciar la pileta. Es de corajuda meter la mano en la pileta y sacar las lentejas que tapan el desagote. Y aquí vamos a un tema transcendental en la vida de cualquier ser humana útil: es imposible limpiar sin ensuciar. Lo que parece cosa tonta quizás no lo es tanto si cuento la historia de Silvita, la tía de un vecino. Era una mujer muy sabia y por eso sabía que había que estar equipada a la hora de limpiar porque siempre se ensucia. La cuestión es que si una ensucia con amor, entonces la mugre es orden. Es así que decidió nunca barrer el piso pero con guante de goma hacer figuras muy graciosas en el piso removiendo con el dedo la tierrita. También descubrió que las miguitas que quedan en el mantel pueden ser alineadas de manera tal que formen oji

Torta

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Es sabido que el bizcochuelo no es cosa fácil de hacer. Es más, me animaría a decir sin temor que es un arte y cuando digo arte, no me refiero a una labor de artesana, sino a una verdadera artista. Empecemos por la frustración que provoca el pelmazo, o sea cuando se nos apelmaza el bizcochuelo. Esta es una cuestión arduamente discutida por mujeres de todo el planeta global. Supongamos que una hace las cosas bien: bate las claras a nieve como se debe con el batidor de alambre, utiliza la cantidad indecorosa de huevos que la Sra. Petrona indica, tamiza bien la harina y demás ingredientes secos; pero aún así no está garantizada la esponjosidad del bizcochuelo. Lejos de querer alarmar a la sociedad de las que sufrimos con los apelmazamientos, mi amiga Celeste ha tenido un episodio trágico a causa de esto. Percibí el teléfono a la madrugada y me contó su grave problema. Hay que imaginarse la situación: dos de la mañana, una amiga al teléfono quebrada en llanto, el bizcochuelo apelmazado. La

Empanadas

Es sabido que una de las cosas más argentinas son las empanadas. Dicen las gentes que la gran Doña Petrona se enojaba si ella preparaba empanadas para sus comensales y éstos pedían concupiscentemente cubiertos para comerlas. Claro está que comer empanadas con cubiertos es una gran picardía. El tener una masa calentita entre las manos y mordisquear un repulgue no es moco de pavo. Tengo una amiga que vive en Quilmes cuya comadre tuvo un par de altercados con la combinación de cubiertos y empanadas. Resulta que si nos ponemos la mano en el corazón debemos confesar que nos gusta abarcar todo con el tenedor. ¿Acaso hay algo más deshonroso que un pedacito de comida yaciendo en el plato? Claro, esto es imperdonable, en un bocado hay que tener todo, porque si una le puso cebolla, pan rallado, huevos a una comida, quiere comerlo todo junto, no por cuotas. A una le gusta la belleza en su totalidad y no por fragmentos, esto me parece que está bien clarito. La cuestión es que esta comadre se ensañ

Salsita de tomate

Es sabido que hay trucos secretos que en realidad se tratan de verdades obvias. Se hacen pasar como “secretitos” pero para una son cosas sabidas. Voy al punto: ¿una no se indigna cuando le dicen “el truco para quitar la acidez a la salsa es una cucharita de azúcar”? Es como si a una la tomaran de tonta cuando le dicen cosas tan sabidas. Ya sé que la lista es larga: para calmar al niño llorando un poco de vino en el chupete; si una sale con falda en invierno se agarra catarro en la frambuesita; para tener limoncitos más pomposos hay que ponerse crema. La cuestión es que un día estaba tomando un jerez con mi comadre Florinda que estaba enojada (y con justa razón) porque su suegra le dijo que el truco para hacer feliz a un marido era darle libertad para rascarse en público. Y recordábamos esto de los trucos y surgió de pronto el del Bustolán, la crema para los limoncitos. Cierto es que las mujeres siempre quisimos lucir nuestras joyas más preciadas con toda pompa. Florinda me contaba de s

Berenjenas en escabeche

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Es sabido que no siempre es época de berenjena. Todos los vegetales, si están bien cosechados sin esas cosas de conservantes, células y químicos, tienen sus épocas. El punto está en que si una sabe comprar y tiene su verdulero de confianza, debe aprovechar al máximo la época del vegetal en cuestión. Supongamos que es época de tomate, una tiene que hacer tomates disecados, mermelada de tomate, salsas, conservas, etc. Si una lo deja bien tapadito, la cosa se conserva. Pero, siempre hay que tener ojito con el exceso. Tengo mis razones bien fundadas para decir lo que dije, yo no abro la boca para que entren moscas. La cuestión es que una se emociona y ¡cómo no hacerlo! ¿Quién no espera ansiosa al verano por la sandía, o al invierno por la naranja?  En fin, ahora cuento la experiencia para dar fe de lo dicho. Tengo una amiga Celeste, que tiene una tía cuya amiga se intoxicó por comer berenjenas. La historia es verídica y tenemos que tomarla en consideración si no queremos que nos pase lo mi